martes, 30 de mayo de 2017

No estaba muerta, andaba de parranda

"A esas imillas les quisiera jalar las orejas", comentaba una indignada señora ante la noticia que daba cuenta que una jovencita reportada como desparecida en realidad se fue por su propia voluntad. El comentario fue respaldado por cientos de "me gusta", pero también fue refutado: "Ah, o sea, usted hubiera sido más feliz si la chica aparecía muerta"? Preguntó otro ciudadano.

Cuando una jovencita o jovencito desaparece la empatía del ser humano con el dolor que puede estar enfrentando y con la angustia de sus padres se activa de inmediato. Y no importa cuantas veces estos jóvenes hayan "jugado" con nuestros buenos sentimientos. Compartimos su imagen, nos angustiamos, hacemos marchas y hasta cadenas de oraciones en pos de la aparición de los desafortunados adolescentes. 

En muchos casos los jóvenes aparecen ilesos, "se fueron voluntariamente" los señala la Policía; el Ministro de Gobierno se presta al juego y por poco quiere pasar la factura a estos "escapistas" por los gastos que han generado al Estado. La sociedad responde en el mismo tenor que fue construido el mensaje de aparición: se había ido de "mañuda", "pícara", "alegrona"... empiezan a etiquetarlas los ciudadanos.

Yo no creo que las personas que reaccionan con molestia ante estos casos estaban esperando que las víctimas aparezcan muertas, supongo que el enojo es por la manera en que éstas se fugaron: sin dejar si quiera una notita. Hagamos memoria a muchos nos ha pasado, en nuestros buenos años, que cuando llegábamos tarde a casa en lugar de ser celebrados por llegar "con vida" fuimos castigados por angustiar de esa manera a nuestros padres. 

Pero mientras nosotros renegamos por los jóvenes que aparecen como si nada, un dato se nos está escapando. Tres personas desaparecen por día en Bolivia, dos aparecen y una no retorna más, según un reporte de Página Siete, tomando los datos del primer trimestre de 2017. Oxígeno reportó en el 2016 un número mayor: Ocho desapariciones por día y sólo dos retornos. 

Es decir, evidentemente hay personas desaparecidas por siempre, nunca más vuelven. Imagínese la angustia de esos padres... Debe ser lo más parecido a la muerte.

Paradógicamente, en lugar de ser un regocijo el hallazgo o retorno de jóvenes es un "dolor de cabeza" para la sociedad. En mi opinión, son la Policía boliviana y la Fiscalía las que están errando en su política de información de apariciones. Quiero pensar que lo hacen por una desinteligencia y no con premeditación. Lo que consigue la Institución del Orden y el Ministerio Público cada vez que informa que una señorita se fue por "propia voluntad" (y encima nos cuentan detalles de que tenía un amante, se prostituía, o estaba embarazada) es que la sociedad las señale como "locas" con el sentido de "rameras". 

Lo que hicieron con la Señorita El Alto la pasada semana fue atroz. Nos contaron la novela de su vida. Supimos que tenía novio, que se fue con otro sin informar nada, que apareció después, que su novio se enteró que no estaba desaparecida sino que se fue con otro y para finalizar el drama el novio en cuestión se suicida. En un par de días la jovencita paso de Miss a "desparecida", de "desaparecida" a "mentirosa" de "mentirosa" a "infiel" y de "infiel" a "homicida indirecta".

Se pasaron por encima todos los derechos de los que una persona goza y entregaron a esta joven a la opinión publica para que hagan con ella lo que vean más justo: Muerte civil. ¿Qué sabemos nosotros de la relación de ellos? ¿Qué sabemos nosotros de los motivos que orillaron al joven a quitarse la vida? ¿Qué sabemos nosotros si fue una relación buena o mala?

El caso de Xiomi no es diferente, la joven contó una versión en Perú, que la Policía boliviana supo después que era falsa. ¿No bastaba con informar: "Se ha descartado la versión de la joven"? Pero no, de ella también supimos "su vida y milagros". Nos informaron que por propia voluntad estaba cruzando la frontera con un ciudadano colombiano. Yo me pregunto ¿qué impulsa a una joven a irse voluntariamente con un extranjero sin decir nada a nadie? ¿Y si hubiese sido persuadida?

La sociedad ha entendido muy bien el problema de la mujer que sufre violencia intrafamiliar. Comprende que ella no es responsable visto que su voluntad está prácticamente anulada y está psicológicamente devastada como para defenderse, buscar ayuda y salir... Y aquí, en estos casos, ¿acaso no cabe la posibilidad que estas jovencitas estén siendo muy bien "trabajadas psicológicamente" para fugarse sin dejar rastro?

Yo, por su puesto no conozco a ninguna de estas dos jóvenes que he mencionado y no estoy en condición de poner mis manos al fuego por ninguna de las dos. Sin embargo, son el vivo reflejo de las que se van "voluntariamente", siempre, para fugar con "alguien". Considero que el perfil de ese "alguien" es el que hay que conocer. 

Es mejor no rasgarnos las vestiduras con estas "desconsideradas jóvenes" y asumir que todos los casos tendrán el mismo desenlace, porque eso sería lo más cómodo para los involucrados en las búsquedas. Si uno de los míos o uno de los suyos, desapareciera mañana (ni mande Dios), la Policía nos dirá que seguro se fueron voluntariamente, la sociedad no se involucrará en las búsquedas y nosotros no sabremos si ellos serán parte de los dos que aparecen a diario o de aquel que no a aparece nunca más. 


miércoles, 3 de mayo de 2017

El cura "parroquiano"



Ya suficiente tienen los creyentes con defender su fe como para también abogar por algunos pastores cuestionables o curas sexualmente activos.

Hablaré de los segundos. Ya en pleno siglo XXI suena absurdo que los sacerdotes tengan que hacer un voto de castidad. Castidad que no en todos los casos se respeta. Flaco favor le hace la Iglesia Católica a la comunidad al ofrendar un hombre "casto", pero no en todos los casos con el don de la abstinencia. 

El celibato debiera desaparecer por el bien de los sacerdotes, los practicantes y sus hijos. Es mejor un cura casado que un cura en conflicto. 

En las últimas horas fue noticia un peculiar religioso: el padre Germán Sosa Eguez, párroco de Santa Ana del Yacuma en Beni. Las fotos del cura acompañado de mujeres y consumiendo bebidas alcohólicas se viralizaron en las redes. Éstas pusieron en tela de juicio la honestidad del padre.


En su defensa Sosa aseguró que las fotos fueron tomadas, hace más de ocho años, antes de su ejercicio religioso, aunque una foto del Papa Francisco de fondo lo contradice. 


De más está decir que los religiosos han sido blanco de acusaciones sexuales por años. No es novedad que gran número de abusos a menores se dan en las iglesias. Sólo Australia reportó hasta el año 2010, 4.444 casos de pedofilia sacerdotal. Aunque aclaro, este caso es diferente, no se trata de pedofilia. Menciono lo primero para hacer hincapié en que la castidad religiosa es todo, menos casta y pura.  

En el caso que nos ocupa, se trata de un hombre con necesidades "mundanas" como compañía sentimental o el consumo social de bebidas alcohólicas. Un personaje que no se ajusta a la idea que tenemos de lo que debiera ser un "representante de Cristo" y la compostura que debería guardar.

"Degenerado" y "depravado" fueron algunos de los insultos que se ganó este religioso. Sin embargo, hay que admitir que el grueso de la población bebe de vez en cuando y también lo hace en compañía. Pero claro, ser bebedor social y religioso parecen ser roles incompatibles.

Eso sí, es hora de dejar de pensar que los sacerdotes son santos. Son tan pecadores como todos, la diferencia es que "no pueden" hacer gala de sus pecados, como lo hizo este religioso de vez en cuando párroco y de vez en cuando "parroquiano"; de vez en cuando espiritual y de vez en cuando espirituoso. 

Insisto, la doble moral sacerdotal se debe en muchos casos al voto de celibato (aunque en muchos otros a conflictos internos irresueltos en algunos religiosos).

En 2014 El Mundo publicó una carta dirigida al Papa de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes que le pidieron abolir el celibato. Tanto la carta, como el reporte de prensa inician con las líneas: "Querido Papa Francisco: somos un grupo de mujeres de todas partes de Italia (y no sólo) que te escribe para romper el muro de silencio e indiferencia con que nos topamos a diario. Cada una de nosotras está viviendo, ha vivido o querría vivir una relación de amor con un sacerdote del que está enamorada".

Nuestro cura en cuestión no parece estar enamorado ni tener la voluntad de formar una familia, porque para ello se necesita sentar cabeza. Por lo visto aún tiene, o tenía en el pasado inmediato, ganas de vivir la vida. Aunque si no hubiera celibato usted y yo no nos hubiésemos rasgado las vestiduras porque este señor ha besado a una jovencita; solo estaríamos sugiriendo que mejor se case, no más, para ponerle fin a esa vida de soltero feliz y sin compromiso.

Texto: Claudia Campanini
Fuente: Urgente,bo