viernes, 11 de septiembre de 2020

El mundo de las voces

Hace algún tiempo me topé con un video de un hombre que no conocía, pero apenas lo escuché mi corazón se estrujó y sentí un repentino afecto por él. Se trataba de Francisco Colmenero, actor de voz mexicano, quien le dio vida a decenas de personajes infantiles de Disney. A través de sus limpias cuerdas vocales, protagonistas de cuentos infantiles, superhéroes y villanos cobraron vida, en nuestro idioma. Se estrujó mi corazón porque con su voz vinieron a mí recuerdos de mi infancia, de mis hermanos, el chocolate con pan de la tarde y la única televisión de entonces, causante de peleas y acuerdos entre nosotros.


Recuerdo que algunos años atrás la Cinemateca Boliviana invitó a una noche de proyección de publicidades de los 80, 90 y 2000. Los nostálgicos se dieron cita para escuchar las voces que los devolverían a la casa de la niñez al revivir el comercial que en su momento era quizá tedioso, pero ahora atesora melancolías. Por eso la publicidad pasada es una joya.

El periodista boliviano Mario Espinoza tiene un archivo bastante interesante de propagandas electorales de finales de los ochenta y principios de los noventa. Tan bonito es escucharlas que hasta se olvida uno para quienes estuvieron inspiradas; es el caso de "Mi General", himno que logró posicionar al tal general a pesar de su oscuro pasado político durante la dictadura, hablo de Banzer Suárez. El spot "El MIR es la esperanza" también es una mina de memorias. Y es bonito escucharlas, no por aquellos presidenciables, claro, sino porque te transportan a otra época 

Hay pocas maneras de atrapar al tiempo y son todas ellas sensitivas. El olfato, el gusto, y el oído, son, por excelencia, cómplices de la memoria y se rebelan al olvido. Los desafío a oler el perfume de un viejo amor sin aterrizar involuntariamente en algún momento compartido, como si de un forzado viaje al pasado se tratara; o que cuando encuentren por casualidad el mismo sabor del arroz que hacía su madre no recuerden su hogar, o tal vez, cuando estén en algún lugar y suene de pronto una canción que marcó un momento importante no los invada el mismo sentimiento de entonces. La memoria tiene aliados, y los tiene porque los necesita. Y como todo tiene una de cal y una de arena, habrá, seguramente, olores, sabores y sonidos que no podemos tolerar, porque, con la misma fuerza, nos traen malos recuerdos. 

Cuando volví a escuchar hace poco la publicidad de El Teleférico, cuyo locutor decía "El Alto y La Paz se unen en una nueva cultura", recordé incluso donde estaba sentada y que tenía frío cuando la escuché una vez, de aquellas tantas, cuando el spot formaba parte de las tandas publicitarias. Recordé mi ciudad, mi país y en especial la sensación misma de ese tiempo. Fue un grato recuerdo.

El mundo de las voces es extraño. Es un mundo ciego, y como la vista es un gran distractor, cuando uno solo oye, la experiencia es mucho más íntima. Quizá por eso atesoramos las voces y los mensajes de quienes nos han hablado directamente, tan directamente, que no hizo falta que nos miraran. Somos capaces de reconocer voces de rostros que no conocemos y hasta darles o negarles afecto y significados. Los locutores que a lo largo de los años nos hablaron al oído han creado una suerte de relación con nostros y con nuestras vivencias, sus voces son sonidos que nos recordarán momentos vividos y también a personas que pasaron por esos periodos. 

La publicidad de "Hoy vienen tus suegros a cenar" de ceras "Lorito" me trae mucho recuerdo a mi madre cuando invadíamos su cama para ver la novela de la noche, (exacto, en su dormitorio estaba la televisión de la discordia y una cama capaz de resistirnos). "Cuando usted vea la palabra Goodyear, piense en Serviteca", conminaba una voz y hasta el día de hoy, y han pasado más de 25 años, relaciono una palabra con la otra y además de viene el recuerdo vívido de María quién ayudó a mi madre con nuestra crianza cuando ella trabajaba. Cuando alguna vez la nostalgia por mi país me lleva a ver el noticiero meridiano (y claro, de la Red Uno, como conducta refleja) esa voz... aquella voz me recuerda a una década de vida. "En seguida volvemos con Notivisión" reza y mientras tanto yo me deslizo a casa.

"Se apagó la voz de Jesús Rodríguez", dijeron muchos, hace siete días cuando Bolivia perdía una de las voces más amadas que poseía. Pero la voz de Jesús no se apagó... Solo se fue a una breve pausa. Al igual que con el perfume, el arroz o la canción los desafío a en unos años escuchar algún audio suyo y no recrear dentro de ustedes todo un mundo de recuerdos que ha germinado hasta hoy. Como la mente traiciona es posible que entonces no recuerden exactamente a Jesús, pero él les recordará a ustedes mismos, en otras etapas de sus vidas.

El mundo de las voces es eso. Es un mundo lleno de impresores de nostalgias, aunque ellos mismos pasen a segundo plano, porque cuando uno los oye, escucha solo el presente y cuando uno los escucha de nuevo oye el profundo llamado del recuerdo. 

En memoria de Jesús Rodríguez.