Mientras en Bolivia se discute la despenalización del aborto; yo, soy parte de los ciudadanos que no están de acuerdo con esta práctica. Me declaro abiertamente contraria al aborto.
Sin embargo, mis años en el ejercicio del periodismo me ayudan a entender la problemática desde otra óptica.
El aborto se plantea por colectivos activistas que defienden los derechos de la mujer, y por ciudadanos independientes, como un problema de salud pública. Mientras más penalizado esté el aborto, más muertes de mujeres se van a producir por su práctica ilegal, escondida y en condiciones no salubres, argumentan.
En ese entendido, y para precautelar la vida de las mujeres, se propone la despenalización del aborto. No para aumentar los casos de aborto, dicen, sino para reducir el número de muertes.
Hasta este punto, y con una mirada alejada de la religión que profeso o mi carga moral, entiendo la problemática. Pero bajo esta misma mirada yo tengo muchas interrogantes.
Debo reconocer que los colectivos que han logrado este "avance" han tenido una fuerza y una lucha constante. Han sido escuchados, y a favor de la mujer, es posible que pronto se despenalice el aborto en Bolivia. Pero ¿Por qué no se ha luchado jamás y con el mismo ímpetu por el acceso legal y gratuito a todos los métodos anticonceptivos? Es un total contrasentido que el aborto sea gratuito y los anticonceptivos tengan un costo.
Los embarazos los llevamos adelante las mujeres, pero nosotras no nos embarazamos solas... ¿Dónde están las normativas que incluyan a nuestras parejas en programas voluntarios de anticoncepción? ¿Por qué la vasectomía no es gratuita y de fácil acceso para hombres que ya no tienen la voluntad de procrear?
Me declaro "confundida" sobre la frase "Es mi cuerpo y es mi decisión". Cuando el problema mismo radica en que se quiere eliminar el cuerpo que crece dentro del cuerpo, es decir, otro cuerpo. Entonces ¿porque no acuñar esta frase para la anticoncepción? Que el Estado proponga la anticoncepción temporal y/o definitiva para todos los habitantes del país y nosotros podamos responder: Es mi cuerpo y es mi decisión, esta vez sobre usar o no un método anticonceptivo.
La anticoncepción es una cuestión de desarrollo de un país. Mientras más desarrollado es, menos abortos existen. En 2014 la Organización Mundial de la Salud realizó un estudio sobre la problemática, en 184 países. En el mismo concluye que los últimos 24 años, las regiones más desarrolladas han disminuido sus tasas de aborto. Si en 1994 de cada mil mujeres 46 recurrían a una interrupción del embarazo, hoy lo hacen 27, en países desarrollados. Entre tanto, en las regiones más pobres el número se ha quedado casi inmóvil, 39 mujeres de cada mil abortaban cada año y hoy lo hacen 37 del mismo universo.
Este mismo informe da cuenta que el 73% de mujeres que recurren al aborto, en el mundo, son mujeres casadas. Es decir, son mujeres que a pesar de tener una constante actividad sexual no han recurrido a un método anticonceptivo ni lo han hecho sus parejas. Deduzco que trabajando en este grupo de personas, mujeres y hombres, se pueden reducir considerablemente las tasas de embarazos no deseados.
En el mundo se realizan 41.6 millones de abortos cada año, según datos del Instituto Guttmacher, 20 millones de estos se llevan adelante en condiciones inseguras y 70 mil mujeres mueren anualmente por esta práctica.
Yo, como mujer, no quiero que otras mujeres mueran en la praxis de un aborto, yo como mujer no quiero que otras mujeres tengan que pasar por el terrible trauma físico y emocional de un aborto. Yo como mujer quisiera que todas las mujeres puedan tener acceso a métodos anticonceptivos y que al mismo tiempo sus parejas lo hagan.
Ojalá algún día, "como en un universo paralelo", se eviten embarazos en lugar de interrumpirlos.
Texto: Claudia Campanini
Foto: www.shutterstock.com

Excelente reflexión.
ResponderEliminarSaludos claudia
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